A 10 años del cierre de la empresa LyFC. Lectura de mensaje dirigido a la resistencia electricista, 11 octubre 2019.

Compañeras y compañeros, agradezco la invitación a esta sesión, saludo a los integrantes del Comité Central, a los miembros de la Cooperativa LFC y a las compañeras y compañeros de las diferentes organizaciones reunidos en este espacio, a todas y todos los que están en resistencia activa, Reciban un fraternal saludo, Al igual que los compañeros que vienen de las divisiones, desperté muy temprano con el entusiasmo de estar aquí. Deseo compartir con ustedes el orgullo de estar en este recinto con ustedes, no es la primera vez, pero esta, está cargada de muchos significados. En el trayecto escribí unas cuantas líneas que quiero compartirles, en ellas está mi trayectoria y experiencia en estas paredes, a partir de ello me atrevo a decir que el SME es una escuela, un lugar donde cabe el ejercicio del pensamiento crítico, donde nos hemos formado y donde hemos aprendido a negociar en un terreno conflictivo, donde compartimos una lectura de eso que llaman realidad (política, social y económica), siempre con la voluntad de transformarla en beneficio colectivo. El SME es una casa, un espacio que se ha construido por más de 100 años y que guarda historia, identidad; que nos brinda protección, un techo para encontrarnos con otros y con nosotros, un lugar donde la política, la lucha por el bien común, encuentra sentido. El SME es una organización, un lugar donde se delibera, un movimiento que se renueva y se reinventa, apegado a los principios que nos reúnen aquí: la empatía y acompañamiento con las causas justas, la indignación a la voracidad del capital, la solidaridad, la construcción de derechos para las y los trabajadores y la incesante pelea por un mundo donde haya mayor justicia social. Todo ello hace, como escuché de una compañera, que el SME sea un patrimonio de los mexicanos, de nuestra historia. El ilegal decreto de extinción de 2009 pretendió demoler nuestra casa, nuestra escuela y nuestra organización y que el fallo judicial de enero de 2013 podría en evidencia la subordinación del Estado a los intereses de mercantilizar el servicio eléctrico y todo, la vida misma. Las herramientas en las que se apoya la hegemonía del capital, pretenden neutralizar el conflicto, despolitizar el trabajo. La premisa que impera es la de producir a bajo costo, el hacer atractivo los territorios para el capital; producir empleo a cualquier costo social y ambiental. El SME ha hecho frente a una batalla politica e idelógica que tiene lugar en el terreno político y productivo; decian, desde el poder: los trabajadores se oponen a la modernización, los sindicatos son un obstculó para para la reorganziación productiva; los derechos sociales y colectivos son onerosos, privilegios. Buscando acabar con el colectivo, desarticularlo y fragmentarlo; implementaron una estrategia que apostaba al desgaste con la intención de que se abandonara la casa y se claudicara en la lucha. Para los que se quedaron: No solo fue el sentimiento de indignación provocado por el desalojo de los centros de trabajo y por el despojo de los derechos colectivos, lo que dio orientación a la resistencia, pues esa rabia la vivieron todos: las 44 mil familias de electricistas; sino la voluntad de preservar la casa, el colectivo en resistencia, en la negociación conflictiva, participando en el plan de acción, los que se quedaron, poco más de 16 mil 500, se atrevieron a salir a las calles y sacaron la casta para defender lo que se considera justo, pero también una historia viva, una trayectoria y una identidad. El camino no ha sido fácil, el golpe fue muy duro, provocó enfermedades y fracturas en la familia, depresión y desorientación, pero también fortaleció e integró, un compañero, en el campamento de Bolívar, me dijo, más o menos, estoy aquí porque no me hallo en otro lado, en mi casa me deprimo, aquí está mi familia. Una compañera, esposa, comentó, con lo que nos tocó vivir, me di cuenta de las mentiras que pasan en los medios, tomé conciencia. Los campamentos no solo sirvieron para resguardar los equipos y materiales, cumplieron otras funciones, contribuyeron a formar un carácter y a reafirmar los vínculos con el colectivo, pero también fueron un refugio de la memoria y de la identidad; en muchos lugares se dieron estas batallas, destaco, porque hemos estado allí, la de Tepuxtepec y la de Necaxa. A la oferta de convertir en museo la planta hidroeléctrica y de impulsar el turismo, la consigna era clara: somos electricistas, no lancheros. Esto muy importante compañeras y compañeros, la lógica dominante que se instrumentaliza en la reorganización del trabajo y de la producción, no solo en la empresa privada, sino en la pública con la lógica gerencial, ha sido sistemática en el ataque a la trayectoria de los colectivos, la reforma energética, tanto para el sector petrolero, como el eléctrico, implica una reconfiguración de los territorios y, para ir rápido, un despojo de derechos y de conocimientos; conocimientos que buscan ser apropiados y usados por las corporaciones, ahora, para trabajar en una empresa petrolera el trabajador, sin contrato fijo, debe hacerse cargo de las certificaciones requeridas. Es insólito como en el proceso de privatización de las empresas estatales se ha estigmatizado a los trabajadores y se ha echado por la borda a gente con experiencia laboral, la razón de ello es que buscan romper de tajo con la memoria colectiva para crear o formar nuevos trabajadores, aparentemente, más dóciles y manipulables. Esta estrategia la hemos visto en aquellos otros sectores donde se trabaja con y para el otro: educación, salud, donde se ataca entre otros la vocación de servicio. La lucha en la resistencia, en los anteriores y aun en el actual gobierno, sería también una lucha por el reconocimiento de la contribución del trabajador electricista al desarrollo y, por lo tato, de la utilidad social de los saberes productivos; por ello nos sumamos a la propuesta de consolidar la reintegración de los 14 mil electricistas al sector energético, no solo porque se lo han ganado en la lucha o porque el conflicto creado con el cierre de la empresa permanece sin conclusión, sino porque su experiencia laboral es útil para asegura la coherencia en el sector. Pero también porque sabemos que en el nuevo gobierno hay tensiones, disputas, las vivimos en el sector educativo. Para consolidar en este caso los proyectos en puerta, la ampliación de la generación en Fénix y la comercialización bajo un modelo social en SUBACE, hasta la recuperación de los espacios negociados, abre potencialidades para el desarrollo de varios proyectos. Aun hay camino, no se cansen. Para concluir, les comparto, que con el apoyo de la Universidad Autónoma de Querétaro, con financiamiento de CONACYT, compañeras y compañeros de la UNAM (Montserrat Algarabel y Claudia Loredo, Xiconténcatl Santana), de las Comisiones de Educación cooperativa y de Economía social y solidaría (Isabel, Blas, Alejandro) se elaboró un material audiovisual que recupera la experiencia vivida en la resistencia y sobre todo en la construcción de la cooperativa, proceso en curso. A nombre del equipo, encargado de realizar el documental, agradecemos al Comité Central, al Consejo de Administración y a todas las y los compañeros que nos brindaron sus testimonios, su apoyo; pronto estará en sus manos este material con la libertad de reproducirlo y de mostrarlo en todos los espacios. Con esto concluyo: cuando se presentaron avances a grupos de estudiantes, más de uno -con sorpresa- exclamaba: ¡¡pensaba que ya no existían!!; pero el SME vive y nosotros con él; Viva el Sindicato Mexicano de Electricistas. Muchas gracias compañeras y compañeros.


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